LA RESIDENCIA DE LA SEGURIDAD SOCIAL

Santa Bárba, junto Prisión. AHPSo 8238 (2)

La Residencia de la Seguridad Social, hoy Hospital de Santa Bárbara, a la derecha, recién terminadas las obras de construcción (Casimiro Rodrigo).

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El poblado barrio surgido en muy pocos años en lo que antaño fueron las eras de Santa Bárbara puede que sea, por razones obvias y con muy probable seguridad, uno de los más frecuentados de la ciudad pues no en balde al final desde hace ya años viene funcionando el que en la actualidad, tras ser rebautizado, se denomina oficialmente Hospital de Santa Bárbara, o sea La Residencia todavía para una mayoría importante de sorianos que estuvieron décadas esperándola como agua de mayo y aunque con notable retraso y resignados ante lo que parecía irremediable al final la vieron hecha realidad por más que al cabo del tiempo se haya convertido en una especie de moneda de cambio no tanto de la opinión pública, que funciona de otra manera, como de las formaciones políticas que cada una a su manera tratan de sacarle provecho en favor de sus intereses.

Hasta la construcción de la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social, en una zona ciertamente alejada del centro urbano, las eras de Santa Bárbara era un paraje agrícola utilizado temporalmente para ferial de ganados y  en el verano para llevar a cabo las tareas de recolección. En el ínterin, las eras se utilizaban como improvisadas canchas en las que se ejercitaban las promesas del fútbol soriano a no ser que el guarda de campos, “El tormenta”, abortase el compromiso que se estuviera dirimiendo ante la imposibilidad material de hacerlo en el viejo Campo de Deportes de San Andrés, de uso preferente por el emergente Numancia de aquellos tiempos y cuando no reservado para las competiciones deportivas de los organizaciones del Movimiento, una de las cuales, Educación y Descanso, era la titular de la instalación construida para uso de sus afiliados, los llamados productores en el lenguaje del Régimen.

Pues bien, sin que realmente se sepa, o al menos no se dijo, por qué fue ese y no otro el lugar elegido, treinta años más o menos –más bien más que menos- de que comenzara a hablarse en Soria de la instalación sanitaria, una de las parcelas de Santa Bárbara acogió a buen ritmo la construcción de la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social después de que la práctica totalidad de los sectores económicos y sociales de la ciudad la vinieran reclamando por activa y por pasiva ante todas las instancias posibles, salvo naturalmente algún colectivo interesado en torpedear el proyecto, que lo hubo y se sabía. Antes, no obstante, hubo que superar el escollo que suponía el edificio que en los primeros años cuarenta había comenzado a construirse como Sanatorio Antituberculoso –el Sanatorio de toda la vida-, hoy llamado Hospital del Mirón, al que costó lo suyo encontrarle uso pues las obras llevaban paralizadas ni se sabe el tiempo. Una amplia nota informativa del Jefe Provincial de Sanidad, el doctor Narciso Fuentes, fechada el 11 de marzo de 1963, que publicaron íntegramente los dos medios que se editaban entonces en la capital, abogando por ubicar en el que se dio en llamar Centro Residencial –lo de Sanatorio había pasado a la historia- una planta piloto de coordinación hospitalaria realizada por la Dirección General de Sanidad, que incluía las necesidades del Seguro de Enfermedad, del Hospital Provincial (entonces en la calle Nicolás Rabal pidiendo a gritos la modernización), los servicios clínicos y de atención médica que prestaba la obra sindical del “18 de Julio”, e incluso una bien dotada clínica particular que funcionaría en régimen abierto, fue el origen de una encendida polémica en la que intervino de inmediato el Director Provincial del Instituto Nacional de Previsión, Ramón Pita las Santas. Pues, en efecto, en un larguísimo comunicado publicado en dos entregas, curiosamente (o no tanto) solo en Hogar y Pueblo, no así en el otro rotativo, Campo Soriano, se vio en la necesidad de salir al paso para en síntesis hacer historia y defender cargado de argumentos la construcción de la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social que ya en el lejano 1947 contemplaba el Plan Nacional de Instalaciones Sanitarias para volver a aparecer en el trienio 1961-1963. Sin entrar mayores en detalles, el caso es que esta vez tampoco salió adelante el anhelado proyecto y sí el de conversión en Hospital General el antiguo edificio destinado en su origen a Sanatorio Antituberculoso, a cuyo fin las primeras 400.000 pesetas las aportó la Caja de Ahorros. De la Residencia no volvió saberse nada hasta mediada la década de los setenta, curiosamente a las pocas semanas de la muerte de Franco. Esta vez sí fue la definitiva, porque sin dilación alguna se ponía en funcionamiento la maquinaria administrativa y aunque con alguna demora por las dificultades lógicas de los especiales momentos que se vivían, pero en cualquier caso una broma a la luz de lo acontecido durante décadas, el miércoles 2 de julio de 1980, recién terminadas las fiestas de San Juan, el Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, inauguraba las instalaciones en una jornada que unánimemente se calificó de histórica.