EL HOSPITAL DEL MIRÓN SE PENSÓ PARA SANATORIO ANTITUBERCULOSO

Imagen del actual Hospital del Mirón cuando se estaba construyendo para sanatorio antituberculoso (Archivo Histórico Provincial. Colección Joaquín Alcalde)

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Últimamente se ha hablado lo suyo sobre el Hospital del Mirón, con el cierre diferido como telón de fondo, según todos los indicios, por más que se haya pretendido retorcer la verdadera realidad.

Al Hospital del Mirón se le conoce así desde hace unos cuantos años, al menos oficialmente, pues no en balde se encuentra próximo a la ermita de esta advocación mariana tan fuertemente enraizada en la historia de la ciudad.

Se trata de un edificio, antaño emblemático, que constituía una de las referencias de la arquitectura asistencial soriana no tanto por los servicios que se prestaban en él, pues durante décadas estuvo en construcción hasta que se le pudo encontrar destino, como por su monumentalidad en una época –la posguerra- cargada de carencias y de dificultades.

Fue a comienzos del año 1944 cuando la Comisión Gestora de la Diputación Provincial de Soria acordaba la adquisición de los terrenos en los cuales se pensaba construir el nuevo Hospital Provincial (en aquel momento en la calle de Nicolás Rabal, luego sede del Colegio Universitario, el CUS), un manicomio, con sus dependencias, y un Sanatorio Antituberculoso.

Ese era el proyecto inicial, que no llegó a materializarse -de eso sabemos en Soria más de la cuenta- por mucho que las obras de construcción comenzaron de inmediato. El presupuesto se estimó en seis millones de las antiguas pesetas y dos más en el equipamiento. La Caja de Ahorros de Soria (luego Caja Duero y ahora ni sabe, es un decir) entregó cuatrocientas mil pesetas, y para recaudar fondos se celebró un festival taurino en el que junto a conocidos diestros foráneos actuó el soriano Agustín Sánchez, “El Guti” para los aficionados.

A partir de ese momento el proyecto comenzaría un largo peregrinaje que se dilataría en el tiempo a pesar de que seis años después, con la estructura del inmueble levantada y poco más, la publicación propagandística “Realizaciones del Movimiento en Soria. Breve catálogo de las principales obras ejecutadas y en ejecución. 1 de octubre de 1951” señalaba que “es ésta –por el Sanatorio Antituberculoso- la construcción de mayores proporciones que jamás se ha levantado en Soria, pues se trata de un enorme y magnífico edificio de seis plantas, situado en las afueras de la población, próximo a inaugurarse”.

Pero, ni por esas, las obras avanzaban con una lentitud pasmosa y la mayor parte del tiempo paradas. Incluso hubo un momento en el que se barajó la posibilidad de ubicar en el edificio el seminario mayor y se ofreció el inmueble al obispo de la diócesis, Saturnino Rubio Montiel.

A mediados de 1960 el Gobernador Eduardo Cañizares Navarro anunciaba la próxima reconversión del inmueble en Hospital General y la inmediata subasta del proyecto, que, no obstante, seguiría atascado, pues cuatro años más tarde –a finales de 1964- los periódicos locales seguían hablando de que el Ministro de la Gobernación instalaría un Hospital General y una unidad psiquiátrica en el Sanatorio Antituberculoso. Otra publicación de la época, la Memoria de la Comisión Provincial de Servicios Técnicos del año 1965, destacaba, en referencia al Hospital Provincial y la Unidad de Psiquitaría, que es “la obra de carácter sanitario más importante en el momento actual de esta provincia” puesto que cubrirá todas las necesidades “para un plazo de 40 años”, con la aspiración de ser un modelo de coordinación hospitalaria en España.

Ahora sí, el proyecto no tenía marcha atrás y el 8 de junio de 1970 el entonces ministro de la Gobernación, Tomás Garicano Goñi, viajó a Soria para inaugurar por fin, las instalaciones. Habían transcurrido veintiséis años desde que comenzara a hablarse del Sanatorio Antituberculoso y una década del anuncio de reconversión. Aquel día, el que fue miembro del gabinete ministerial de uno de los últimos gobiernos del General Franco se reunió en el Gobierno Civil con su titular, Antonio Fernández-Pacheco, y fue cumplimentado por las primeras autoridades provinciales. Luego se desplazó al Hospital General, en cuya entrada el obispo Teodoro Cardenal bendijo las instalaciones. Y hasta hoy.