SETENTA AÑOS DE LOS GRAVES INCIDENTES DEL LUNES DE BAILAS (I)

El Gobernador Luis López Pando, con traje blanco, acompañado del alcalde Eusebio Fernández de Velasco, a la izquierda de la foto, en la prueba del Domingo de Calderas.

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Existe un pacto, algo así como el pecado original de los sorianos, según el cual es el propio pueblo de Soria el único y verdadero depositario de los valores de unas tradiciones de origen antiquísimo que terminan por perderse en el tiempo. Nos referimos a las que ahora conocemos como Fiestas de San Juan.

Por eso cuando a mitad de la década de los cincuenta del siglo pasado uno de los Gobernadores que pasó por aquí, el tristemente famoso Luís López Pando, pretendió meterles mano, se encontró con lo que se encontró. No fue sino aquella famosa y multitudinaria protesta popular del 29 de junio de 1953, Lunes de Bailas, al regreso de la pradera de San Polo, de la que se cumplen setenta años.

Del levantamiento popular contra la autoridad la noche de la festividad de San Pedro y San Pablo, en los años más duros del Régimen de Franco, apenas se han ocupado y lamentablemente cada vez menos, los estudiosos y tratadistas de nuestras Fiestas. De ahí que incluso los más versados en estas cosas de los sanjuanes desconozcan, por una cuestión meramente generacional, el grave incidente que se produjo, con intervención de la Policía Armada y el saldo de sorianos y sanjuaneros lesionados tras las correrías desenfrenadas por el centro de la ciudad.

Son escasas las aportaciones contrastadas y fiables que se han publicado para tener siquiera una idea completa de lo que aconteció aquella noche. De manera que quien quiera aproximarse a lo que pasó no tenga más remedio que recurrir al testimonio oral de los pocos sorianos que van quedando de aquellos años para conocer lo sucedido y su alcance, que  también hay que decirlo, porque nos consta, cuando se ha intentado conseguir alguna información la respuesta siempre ha sido la de pasar página. Pues por extraño que pueda parecer, y visto desde la perspectiva actual, el único periódico que se publicaba entonces, Campo,  no ofreció la más mínima referencia acerca de lo sucedido, que, repetimos, fue grave.

Contrasta el silencio del medio oficialista con la atención que prestó por el contrario a las “declaraciones hechas por el Sr. Gobernador Civil a un redactor de Radio Soria”, que publicó en la primera página del número correspondiente al martes 12 de mayo de 1953, en las que en síntesis Luís López Pando abogaba por la supresión del desfile por las calles de la población el día de La Compra al regreso de Valonsadero, la subida normal y correcta de Las Bailas, y, en general, anunciaba el refuerzo de los festejos con partidos de fútbol de categoría, teatro y guiñol al aire libre, y el día de La Saca con desfile de carrozas, cuadrillas a pie, cabalgaduras enjaezadas para lo cual se convocará –dijo- “un concurso de premios, con importantes cantidades, lo que indudablemente dará auténtico color y valor a las fiestas acercándonos con ello a lo verdaderamente tradicional”. Pero sobre todo, la ordenación de “la asistencia al festival taurino (entiéndase, Viernes de Toros) como consecuencia del estado de la plaza –el Gobierno Civil pidió informe, que emitieron, los arquitectos [Luis] Jiménez [Fernández] y [Guillermo] Cabrerizo- y aumento de población, medidas impuestas por la más elemental prudencia, en beneficio de todos”.

Todo ello, al decir del Gobernador, “de común acuerdo y por absoluta unanimidad tanto por el ayuntamiento de la Ciudad como por los jurados de cuadrilla, a quienes he consultado”. Y aun reconociendo que “la unidad de opiniones es difícil conseguir”, abundaba en que “me secunda no solo el ayuntamiento en pleno sino también todos los sorianos amantes de su pueblo”.

Acaso convenga señalar aquí, antes de seguir, que un año antes se había producido un cambio político de especial relevancia en las instituciones políticas de la provincia y de la propia capital. Porque, en efecto, a finales del invierno del año 1952 Jesús Posada Cacho cesaba como Gobernador Civil de Soria y era destinado a Burgos. Le sustituyó Luís López Pando, un militar con fama de duro, lo que acarreó, entre otros movimientos, el relevo de Mariano Íñiguez García de la Alcaldía de Soria en favor de Eusebio Fernández de Velasco. En todo caso, Jesús Posada Cacho y Mariano Íñiguez García han pasado a la historia de las fiestas de San Juan, entre otras cosas, por haber intentado democratizar los sanjuanes, pues al menos recuperaron durante su mandato el festejo del Toro Enmaromado, aunque sólo fuera de manera simbólica y por dos años, que había sido suprimido por la autoridad gubernativa a comienzos del siglo veinte. Aquí puede que estuviera la clave.

No obstante, la realidad es que el nuevo poncio debió traer la lección bien aprendida y aquel mismo año -1952- ya se encargó de que el ayuntamiento programara la mañana de La Saca, en la pradera existente frente a la tribuna de autoridades del monte de Valonsadero pruebas de caballistas a base de carrera de cintas, y jimkana con los correspondientes premios.