DE BARES Y TABERNAS EN LA SORIA DE ANTAÑO (y II)

Casa Félix. Carmelo Rojas. Colección Tomás Pérez Frías 

La taberna Casa Félix, en la Plaza de Abastos, uno de los establecimientos emblemáticos de la época (Carmelo Rojas. Colección Tomás Pérez Frías).

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Si de lo que se trata, como pretendíamos en una entrada anterior de este blog, es de hablar de los bares, tabernas y demás establecimientos de este tipo que había Soria antaño, o cuando menos recordarlos, hay que hacerlo, sin necesidad de alejarse del entorno de la plaza de Herradores, del Talibesay, con fachada a Marqués del Vadillo y a Mariano Granados, en el que estableció su domicilio social el Numancia al ser refundado. Muy cerca también, en la conocida por los sorianos de la época como la acera de Monge, en la provinciana Plaza del Chupete (Mariano Granados oficialmente), se encontraba el Plus Ultra; en buena parte de la planta baja del edificio del antiguo hotel Comercio, el Marfil, un mentidero en toda regla del que se tomaba el pulso diario a la ciudad y se caciqueaba lo suyo, y enfrente, en el antiguo teatro Avenida, el Dul. Por aquel entonces comenzó a tomar configuración el Tubo. Había sido demolida la iglesia de San Clemente y levantado en su lugar el edificio de la Telefónica con motivo de la instalación del servicio automático en la ciudad lo que llevó consigo el acondicionamiento de la plaza. Como consecuencia quedó un espacio diáfano en torno al cual comenzaron a proliferar los bares estructurándose en muy poco tiempo una tupida y próspera zona de alterne que en la práctica arrancaba en el Collado con el Lázaro y seguía, accediendo por el Callejón de San Clemente, con el Caribe, Brasil, Poli y Pacho que se encontraban en la izquierda; en el lado derecho funcionaban el Bambi y a continuación el anunciado comercialmente como Perla, el Patata para entendernos, que es la denominación que se popularizó por más que desde el principio no solo no gozó de la simpatía del dueño -el recordado Nicesio- sino que, por el contrario, la odiaba para finalmente tener que rendirse a la evidencia y tolerarla, de tal manera que es la que ha pervivido aún a pesar de los muchos años que hace que cambió de titular la gestión del local. Ya en la plaza estaban otros dos santuarios como en realidad lo eran el primitivo Iruña y la taberna del Buja. La oferta, no obstante, no se agotaba en el Tubo, porque en la práctica no había lugar de la geografía urbana en el que no hubiera local alguno de referencia, pues si de la Plaza de Abastos se trataba, allí estaba Casa Félix; el Burgalés y el Capitol en la calle Estudios; el Plata y el Julián en la Plaza Mayor; el Regio, en la plaza de Ramón y Cajal; en las Puertas de Pro, La Cierva y el Aquí Te Espero; La Oficina, en la calle Numancia; el David y el Campo en la calle Campo; el Diana, el Sol, el Negresco (antes Toribio) y las tabernas del Rangil y del Morcilla, en el Ferial. Y en fin, el Ventorro, al final de Mariano Vicén, casi en las afueras, no donde está ahora; y el Mandarria, en la calle Real. Son contados los que siguen existiendo.