TOROS ENMAROMADOS

Toros enmaromados. Puerta Casino. 02.07.1949. Archivo Luis Romera Gorrión

Uno de los toros enmaromados la mañana del 2 de julio de 1949, Sábado Agés, en el Collado, frente el Casino de la Amistad (Colección Luis Romera Barranco, «gorrión»).

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Una Orden del ministro de Gobernación De la Cierva suprimió en 1908 los toros ensogados en las calles y plazas de las ciudades. La disposición afectó de lleno a la celebración de los Toros Enmaromados que tenían lugar la madrugada del Sábado Agés en los distintos barrios de la ciudad. A juzgar por lo que contaban los más mayores y dijeron los periódicos era un espectáculo de gran calado en la sociedad soriana, que lo esperaba especialmente cada San Juan. Pero el hecho incuestionable es que ya no volvió a haber Toros Enmaromados por más que el sentimiento popular los viniera demandando a la menor ocasión que se presentara. Años después no debió faltó algún tímido intento de hacer algo lo más parecido posible, sin que llegara a cuajar, porque al pueblo se le había dado otra cosa que poco tenía que ver con los Toros Enmaromados.

Fue en 1948 cuando se pretendió recuperar al amanecer el Sábado Agés [26 de junio] el festejo del Toro Enmaromado, y no en 1947 como erróneamente han manejado con reiteración sucesivos autores, que han debido beber sin duda de la misma fuente, si es que no los unos en la de los otros o al revés. Habían transcurrido cuarenta años.

No hay que ser demasiado perspicaz para llegar a la conclusión de que la clave para que así sucediera residió en que el soriano Jesús Posada [padre] era el Gobernador Civil de la provincia, cargo al que se había incorporado un año antes, y el alcalde de Soria otro soriano, su amigo el ingeniero de Obras Públicas Mariano Íñiguez García, nombrado por el propio Posada al poco tiempo de tomar posesión. Aunque uno y otro tuvieron el buen cuidado de que la recuperación, después de tantos años, de los Toros Enmaromados no apareciera en el programa. Se trataba, por lo tanto, de un festejo tolerado, que no autorizado.

A partir de aquí poco más se sabe. Apenas si queda constancia escrita en los periódicos de la época, y la escasa información que ofrecieron sobre su desarrollo trata de generalidades, sin hacer la más mínima descripción del festejo en sí, y está escrita tan en clave que solo podría desentrañar el redactor de la noticia, pues en ningún momento se le llega a llamar por su verdadero nombre.

Veamos. El periódico La Voz de Castilla, editado en Burgos, que publicaba diariamente una página de “Información de Soria”, titulaba a dos columnas El “Sábado Agés”, y decía: “El festejo fuera de programa celebrado en la madrugada del día 26 [de junio de 1948], “Sábado Agés”, ha constituido uno de los éxitos más grandes de nuestras Fiestas de San Juan, enviando por este motivo a la Comisión de Festejos nuestra más efusiva felicitación, solicitándole que al año que viene se celebre con más amplitud este atrayente y sugestivo espectáculo.

Como tercer día de fiesta, hoy, “Sábado Agés”, después de celebrado el festejo de la madrugada, a las once de las mañana…”

Y Campo tampoco fue mucho más allá. Con el título, ”Sábado Agés” y el subtítulo “El festejo de la madrugada”, señalaba: “Grandes eran las ilusiones que los sorianos habían puesto ante el anuncio del festejo de la madrugada del sábado.

A la hora prevista las calles ofrecían un bello aspecto, pues fueron numerosos los grupos que durante la noche rondaron por las calles de nuestra ciudad.

El momento más bonito y emocionante fue en la plaza del General Franco, la que aparecía llena de público.

Al reseñar brevemente este festejo, no queremos dejar sin consignar nuestra más cariñosa felicitación al Sr. Alcalde, D. Mariano Íñiguez [García] y demás miembros de la Corporación municipal, deseando que el próximo año se celebre con mayor amplitud.

Nota simpática y festiva fue la dada por la orquesta que ha actuado en el Casino de Numancia, que amenizó el festejo, y que el público aprovechó para bailar a placer.

Un aplauso especial merece el jefe de la Hermandad Local, D. Feliciano Hernández, y miembros de la misma por la labor realizada y la ayuda prestada a la Comisión de Festejos, que hizo posible la celebración de tan bonito espectáculo”.

Es toda la información de que se dispone del festejo de los Toros Enmaromados el año de su recuperación. Pues de lo poco y dado a la confusión publicado por quienes con anterioridad han intentado profundizar en la celebración para contar lo que pasó y de la memoria de los sorianos de la época, resulta poco menos que imposible tener un conocimiento siquiera aproximado, pero fidedigno, del desarrollo “del festejo de la madrugada del Sábado Agés”.

No obstante, todo parece indicar que el experimento no debió ir mal del todo o que merecía la pena darle una segunda oportunidad porque el Sábado Agés del año siguiente, esto es, en 1949, volvió a repetirse el festejo también fuera de programa y sin ajustarse a la legalidad. Fue el 2 julio. El tratamiento que dieron los periódicos a la información y el alarde fueron muy similares.

La Voz de Castilla con el antetítulo “Fiestas de San Juan” y el titular “Sábado Agés”, hablaba de la siguiente manera: “Comentan los viejos sorianos, henchidos de emoción e inundados de jovial optimismo, que las típicas fiestas de San Juan van volviendo a encauzarse en aquellos originales “usos y costumbres” que fueron durante mucho tiempo satisfacción y legítimo orgullo de todo buen soriano por el ambiente y resonancia que a ellas daban.

¡Sábado Agés!. El extraordinario espectáculo celebrado a las seis de la mañana de este día resultó maravilloso; viejos, jóvenes, chicos y mujeres rivalizaron en entusiasmo y arrojo por acercarse al toro… mirando con el mayor orgullo, propio de quien acaba de realizar un importante acto de heroísmo, a todos aquellos que desde ambos lados de la calle y desde miradores y balcones contemplaban y admiraban su “arrojo” y “valentía”…

Este espectáculo, por su perfecta organización, fue uno de los festejos más atractivos y divertidos de todas las fiestas, pues el pueblo de Soria encontró en él sana alegría y general regocijo.

Por todos los lados se comenta con agrado y simpatía el hecho de que nuestra capital cuenta ya con un típico festejo que tiempo atrás figuró en sus “usos y costumbres”… que comienzan a renacer.

Débanse a quien se deban estas gestiones encaminadas a lograr tan atrayente número y a dar a las fiestas de San Juan o de la Madre de Dios el verdadero sabor para que vuelvan a ser lo que fueron en otros tiempos, son dignas de nuestro mayor elogio”.

Si nos atenemos, pues, a lo hasta aquí reseñado la segunda edición de los Toros Enmaromados de la época moderna debió salir a pedir de boca. La realidad, sin embargo, fue bien distinta, como se verá enseguida.

En la línea de que el festejo no se desarrolló de la manera triunfalista que contó La Voz de Castilla y que alguien trató de ocultarlo hay que entender que del ejemplar del martes día 5 de julio de 1949 de la colección del periódico oficialista Campo que se conserva en la hemeroteca de la Biblioteca Pública de Soria para consulta de los estudiosos o sencillamente curiosos del conocimiento del pasado falten precisamente las páginas –puede apreciarse que fueron cuidadosamente cortadas y no arrancadas, sin duda en un acto que no tiene nada de piratería al uso- relativas a la información de las fiestas de San Juan y en concreto la que pudiera hacer referencia al desarrollo del festejo de los Toros Enmaromados.

Tesis que se puede confirmar en todos sus términos, es decir, que el festejo no resultó con la brillantez que anunciaba el rotativo burgalés –cabe suponer incluso que la información, por su tenor, pudiera haberse escrito previamente a la celebración del festejo- y que las hojas del ejemplar de Campo de la Biblioteca fueron retiradas a propósito, después de haber tenido la posibilidad, no exenta de una buena dosis de oportunidad y por qué no de suerte, de acceder a la colección del periódico de un particular, una de las pocas completas, si es que no la única, que se conservan en Soria de la histórica y entrañable publicación hace años desaparecida. Porque, en efecto, en la página segunda del entonces trisemanario soriano del martes día 5 de julio de 1949, se publicó bajo la mancheta “Crónica de la Ciudad” y el titular “Los festejos de nuestras tradicionales fiestas revistieron una extraordinaria brillantez”, escuetamente lo siguiente respecto de las celebraciones la mañana del Sábado Agés: “A las 8 de mañana [del 2 de julio],  tuvo lugar en la plaza de toros, con un lleno completo, una extraordinaria corrida de vaquillas [para las mujeres] que agradó al numeroso público que concurrió al coso taurino”. Luego se refiere a los demás festejos de la jornada, o sea el reparto de la tajada y la subasta de los agés, y sanseacabó. O sea que ignoró por completo los Toros Enmaromados de ese día, o lo que es lo mismo para el periódico no se celebraron, lo que no deja de constituir cuando menos un especial motivo de extrañeza –no tanta a la vista del desenlace, que debió ser caótico, según lo poco que se recuerda-, avalado por los parabienes que, aunque sin citarlo expresamente, había dedicado el año anterior al festejo y sus mentores.

No obstante lo dicho, sí es posible saber algo más, no mucho, gracias al valioso testimonio oral de quienes, entonces, en plena juventud fueron los protagonistas y testigos de primera mano de lo que sucedió aquella mañana y nos han contado ahora.

Salieron dos novillos de los corrales de la plaza de toros, ninguno de los cuales fue posible correrlo por el itinerario previsto. Uno de ellos, lo subieron por la calle de la Tejera con la idea de bajarlo a la Plaza de Abastos; misión imposible, porque la res enfiló la calle Doctrina abajo y a trancas y barrancas llegó hasta el entonces matadero, hoy cuartel de la Policía Local; luego, según recuerdan quienes tiraron de la maroma, pudieron subirle por la calle Real hasta la plaza de Fuente Cabrejas y sin pasar por El Collado fue encerrado de nuevo en la plaza de toros, es de suponer que, ahora sí, a través de la Plaza de Abastos.

El otro, corrió peor suerte. Salió, igualmente, de la plaza de toros, pero no hubo manera de bajarlo por las calles Campo y Ferial, que era lo que se quería, haciéndolo por el contrario por las Puertas de Pro. Al llegar al final, bajando, es decir en la confluencia con Marqués de Vadillo y El Collado, delante del comercio de tejidos de Megino, que hacía chaflán, fue apuntillado se cree que por un conocido soriano experto en tareas de este tipo.

Todo ello en presencia de un numeroso gentío que, pese a lo temprano de la hora, abarrotaba las calles céntricas de la ciudad, y de muchos jóvenes, y otros no tanto, tirando de cada una de las maromas que se habían colocado en las astas de la res. Un desenlace para nada previsto y el saldo final de bastantes heridos de muy diversa consideración.

Un fracaso al decir de algún autor de la época como el arquitecto Luís Giménez Fernández nada sospechoso, más bien al contrario, de oponerse a la recuperación del festejo, que fue el desencadenante del destierro definitivo de la original costumbre de los Toros Enmaromados curiosamente el año [1949] en que la nueva fue el vals El Torito “Enmaromao”, que viene a ser el fedatario de la recuperación –si bien vista y no vista- de una tradición que desde entonces no ha vuelto a celebrarse. Hoy, sería inviable.

(Del libro «De la Saca a las Bailas. Ni usos ni costumbres». Primera edición junio 2007. Autor: Joaquín Alcalde)

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