LA TRAVESÍA A NADO DE LA LAGUNA NEGRA

Programa de la VI edición de la Travesía a nado de la Laguna Negra de 1956 (archivo Joaquín Alcalde)

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Aquellos veranos sorianos de antaño, a los que hoy con más que probable seguridad les adjudicaríamos el calificativo cuando menos de tediosos, se vieron enriquecidos con una nueva oferta que no tardó en convertirse en santo y seña de la época estival. El 17 de julio de 1952 nacía y se inscribía, como no podía ser menos, en el Registro del Gobierno Civil, el Centro Excursionista Soriano. Una asociación creada al margen del más puro oficialismo en la que no obstante cabían gentes de todas las tendencias. El caso es que este grupo amante de la naturaleza y de la montaña comenzó a desplegar una actividad notable que tuvo en la Travesía a nado de la Laguna Negra su primera gran proyección hacia el exterior. Pues en efecto, el 23 de agosto de 1953 –no tardó en pasar al primer domingo del mes, con alguna excepción, para que no coincidiera con otra ya asentada y de prestigio en la sierra madrileña- se celebraba por vez primera esta competición hoy emblemática del deporte soriano que, para mayor satisfacción de sus promotores –Manuel Rodríguez Arcocha, José Luis Corral y Pedro María Ontoria- no tardaría en adquirir una dimensión entonces impensada que le llevó a sobrepasar los límites de una prueba deportiva más al uso, al margen de su singularidad, convirtiéndola en un acontecimiento extraordinario dotado de un fuerte componente social y por qué no en una de las referencias de los veranos sorianos. Es cierto que la prueba se desarrollaba, como ahora, en las cumbres de Urbión, pero la gran movida, si se está por utilizar la terminología moderna, tenía por escenario la ciudad. Pues en efecto, de la capital salían muy de mañana, y a ella volvían ya bien entrada la noche, los excursionistas que se habían desplazado en autobuses. El programa no variaba. A las siete de la mañana del domingo había misa en san Francisco. A la salida, media hora después, se tomaban allí mismo los autocares hasta Santa Inés, desde donde, cuando todavía no había carretera, se subía por el cortafuegos conducidos por expertos en la montaña. La travesía era  a las doce y media. Comida y salida de regreso de la Laguna alrededor de las seis de la tarde para tomar de nuevo las autobuses en Santa Inés y volver a Soria, a la que se llegaba alrededor de las nueve, después de haber disfrutado de una jornada inolvidable que, no obstante, resultaba agotadora.

Este domingo, o sea mañana, día 6 de agosto, se celebra una nueva edición, que a quienes asistimos a las primeras travesías nos traslada por un momento a momentos irrepetibles de aquella Soria provinciana cuando, como se ha señalado, la Travesía a nado de la Laguna Negra era uno de los acontecimientos del verano, hasta el punto de que celebraba esta los sorianos entrábamos en la segunda parte de la temporada estival.