EL DÍA QUE LA AFICIÓN SORIANA ABRONCÓ A MANOLETE

 

 

Manolete, en una de sus últimas actuaciones (Archivo Histórico Provincial)

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Estos días de finales del mes de agosto de 1943 la ciudad andaba celebrando el II Centenario de la Canonización de San Saturio, que revistió una especial relevancia.

Entre los actos programados por el Ayuntamiento no podía faltar una corrida de toros en cuyo cartel se anunció a una de las grandes figuras del momento y de la historia de la tauromaquia como, sin duda, era Manolete. El festejo tuvo lugar el lunes 3o de agosto, en medio de una gran expectación -la plaza se llenó a rebosar- centrada en la actuación del afamado espada cordobés. Completaron la terna Pepe Bienvenida, que sustituyó a Pepe Luis Vázquez, convaleciente de una cogida en Santander, y Julián Marín, nacido en la cercana localidad navarra de Tudela. Sin embargo, el paso por el coso del Ferial -nunca «la chata», por más del empeño de llamarla así quienes dan síntomas evidentes de desconocer las más elemental realidad de lo soriano -pues jamás se ha llamado así-del mítico torero cordobés, que según el añorado estudioso Carmelo Pérez Fernández de Velasco en su obra «Los Toros en Soria: de Pozo Albar a San Benito (1533-2000)» cobró por su actuación la nada despreciable cantidad de doscientas mil pesetas (1.200 en la moneda actual), resultó un fiasco pues anduvo desdibujado en su primer toro -segundo de la corrida- al que mató de media estocada ladeada recibiendo «pitos», mientras que en el segundo de su lote [quinto del festejo] «pinchó tres veces en medio de una fenomenal bronca» que con mayor o menor intensidad no cesó hasta la conclusión del espectáculo. De tal manera que la desafortunada y decepcionante actuación los especialistas llegaron a considerada como la peor tarde de su carrera y así quedó constancia en los anales del toreo y en la particular historia taurina de la ciudad.