CUANDO LA VIRGEN DE FÁTIMA VINO A SORIA

Misa de enfermos en la Plaza Mayor,  entonces del General Franco

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La gran noticia del año 1948 para los sorianos fue la recordada visita que el entonces Jefe del Estado Francisco Franco hizo el 23 de agosto a la capital, día en que la Diputación Provincial, le hizo entrega de la medalla de oro de la provincia. Fue, sin duda, el hecho más destacado del ejercicio. De todos modos, ese mismo año se produjo el anuncio a bombo y platillo de la construcción del túnel de Piqueras que unos meses antes de la visita del Caudillo había hecho público el Gobernador Civil Jesús Posada Cacho, quizá para preparar el terreno, y la aprobación del proyecto de construcción de la Barriada de Yagüe. Y, por cambiar de rumbo, tampoco pasó desapercibida la conmemoración del cincuenta aniversario de la fundación en la ciudad de la Comunidad de las Siervas de Jesús, cuya marcha de la ciudad hemos conocido hace unas pocas semanas.

Pero junto a todos ellos tuvo una especial relevancia, y es asimismo bien recordado por los más mayores del lugar que se decía antaño –entonces unos niños-, la llegada y estancia en Soria de la Santísima Virgen del Rosario de Fátima los días 11 y 12 de octubre de ese mismo año en el que no dejó de constituir uno de los mayores y más celebrados acontecimientos religiosos y de todo tipo de la época. No hay más acudir a la hemeroteca y al periódico Campo, todavía sin el añadido de Soriano en la cabecera, pero en cualquier caso el de referencia de aquel momento, para tomar conciencia de la verdadera dimensión de un evento que sacó a la gente a la calle y no dejó indiferente a nadie. El titular de apertura a toda plana lo resume bien: “Soria tributa triunfal recibimiento a la Santísima Virgen de Fátima”. Porque, en efecto, según el entonces trisemanario de la Hermandad Sindical Provincial de Labradores y Ganaderos, “a las ocho de la noche [del lunes 11 de octubre de 1948] hizo su entrada triunfal en nuestra ciudad [la imagen de la Virgen siendo] recibida entre los aplausos y vivas de la muchedumbre que se hallaba congregada en los paseos de la carretera de Valladolid”. En la ciudad se concedió tal importancia a la visita de la Virgen de Fátima que “desde el pueblo de Carbonera fue acompañada la venerada imagen por las autoridades civiles y militares de Soria, presididas por el Excmo. Sr. Gobernador civil”, según recogió el citado periódico. Ya en la capital, al descender la talla de la carroza que la transportaba, la Banda Municipal de Música interpretó el Himno Nacional al tiempo que “la muchedumbre prorrumpió en entusiastas vivas y aclamaciones” y concejales y fieles se encargaron de llevarla en hombros desde la ermita de Nuestra Señora de la Soledad hasta la Plaza del General Franco (la Plaza Mayor), donde fue “colocada en un artístico altar instalado en el arco central del edificio del Ayuntamiento, que aparecía brillantemente iluminado”, jalonado por dos tribunas que ocuparon las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, señaló Campo, que no escatimó detalles del acontecimiento y de la parafernalia que se montó en torno a él para dar mayor realce a un cargado programa de actos que gozó del fervor popular. Pues, en efecto, todos ellos, tuvieron una respuesta masiva y un profundo sentimiento religioso. Desde la bienvenida en la Plaza Mayor, donde el alcalde de Soria leyó el acto de Consagración de la ciudad al Purísimo Corazón de María, hasta la celebración final en la ermita del Mirón, al día siguiente, con la que concluyó el itinerario de la Virgen de Fátima por tierras sorianas, pasando por la Salve popular cantada por todos los fieles que llenaron totalmente la primera plaza de la capital, la Vigilia de la Adoración Nocturna en la iglesia de la Mayor –en la que la imagen fue venerada durante toda la noche-, y el Rosario de la Aurora, a las seis de la mañana del día siguiente, que discurrió por las calles del General Mola (Collado), Estudios, Tejera, Ferial, Marqués del Vadillo, Ramón y Cajal, Caballeros, Rabanera, Fuentes y General Franco, y congregó a varios miles de personas, del tal manera que cuando la Cruz que abría la marcha se hallaba ya en la Tejera “todavía la imagen de la Virgen estaba en la plaza del General Franco”.

Sin embargo, uno de los actos más emotivos fue la llamada misa de enfermos oficiada en la Plaza Mayor por el abad Santiago Gómez Santa Cruz la mañana del día del Pilar (12 de octubre) que constituyó, sin duda, la mayor manifestación de fervor hacia la Virgen y requirió un gran despliegue de medios fundamentalmente sanitarios, pues no en balde los cerca de 300 pacientes que asistieron a la celebración litúrgica fueron convenientemente instalados en el centro de la plaza -abarrotada de público, con gente incluso en los balcones-, al cuidado de enfermeras, religiosas y camilleros de Cruz Roja acompañados de médicos y practicantes, al frente de todos los cuales se encontraba el Inspector de Sanidad, Narciso Fuentes.

LA AVENIDA DE NAVARRA, ANTES DE RUIZ ZORRILLA

 

La avenida de Navarra en su confluencia con la calle Alfonso VIII (Archivo Histórico Provincial)

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De toda la vida, es un decir, la calle que partiendo de la plaza de Mariano Granados, conocida popularmente por los mayores del chupete, por la fuente que hubo en el centro, terminaba en la avenida de Mariano Vicén, es decir, frente a la entrada de la desaparecida estación de tren Soria-San Francisco (la Estación Vieja, según se la conoce comúnmente en la actualidad), siempre ha sido y sigue siendo, por supuesto, la avenida de Navarra, denominación que no deja de tener su historia.

Pero curiosamente no siempre ha sido avenida de Navarra pues anteriormente lo fue de Ruiz Zorrilla, en recuerdo del político republicano nacido en El Burgo de Osma que llegó a ocupar la presidencia del Consejo de Ministros. El cambio de denominación se produjo en plena Guerra Civil, concretamente en 1937, como un acto más del denso “programa oficial” de “Conmemoración del [primer] aniversario del glorioso movimiento salvador en Soria”, tituló el periódico local El Avisador Numantino en su edición del lunes 14 de julio de 1937. Este mismo rotativo ofrecía una amplia referencia del acto de cambio de denominación de la avenida de Ruiz Zorrilla por el de Navarra en el número correspondiente al miércoles 21 de julio. Se transcribe tal cual lo recogió el periódico:

“HOMENAJE A NAVARRA. A las nueve de la noche del lunes [19 de julio de 1937] se celebró en la Avenida de Ruiz Zorrilla con extraordinaria brillantez y asistencia de numerosísimo público la solemne ceremonia de dar a aquella importante calle el nombre, como prueba de cariño, adhesión y gratitud a la región hermana.

Asistieron al acto los excelentísimos señores Gobernadores Civil y Militar de la provincia, Alcalde la ciudad y otras autoridades.

La Banda Municipal interpretó diversas composiciones, entre ellas “La Canción del Soldado” que fue acogida con grandes aplausos.

El Gobernador civil de la provincia D. Ramón Enrique Casado pronunció ante la multitud un brillante discurso rindiendo fervoroso homenaje a Navarra, la españolísima comarca que fue la primera en incorporarse al glorioso Movimiento salvador de la Patria, para desterrar del suelo español a las hordas comunistas.

Recuerda el Sr. Casado aquella fecha memorable, ahora hace justamente un año, cuando llegó a Soria de valerosos y heroicos Requetés que  días después enfrentáronse contra los enemigos de España en la Sierra de Guadarrama.

Trata de la abnegación, sacrificio e insuperable valor de los navarros en la Santa Cruzada y exhorta a los sorianos para que imiten tan ejemplar como patriótica conducta.

Añade que el sencillo homenaje que ahora se tributa a la noble e Hidalga Navarra, dándole el nombre de una calle soriana, es independiente del que en su día se tributará a la patriótica región española por su valerosa y decidida intervención en el glorioso Movimiento salvador de España.

Termina el Sr. Casado con viva a España, al Ejército Español y a Franco, que son contestados con indescriptibles ovaciones.

La Banda Municipal interpretó el Himno Oriamendi que el público escucho emocionado, repitiéndose los vivas a Navarra y a España.”

 

 

HOMENAJE A ANTONIO MACHADO Y LA CÁTEDRA DE LITERATURA

Edificio de la calle Estudios en el que residió Antonio Machado (Archivo Histórico Provincial)

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De Antonio Machado, de su figura y de lo que ha representado para esta tierra se ha hablado en Soria toda la vida, al margen de las circunstancias políticas, pues, para qué ocultarlo, en cada momento el Poder dominante ha tenido el buen cuidado de arrimar el ascua a la sardina que más le convenía, incluido el largo mandato del general Franco cuyo Régimen, faltaría más, también le sacó partido y divulgó la veta que le interesaba.

No han faltado jamás momentos y actos para exaltar la figura y la obra del poeta sevillano aun en los difíciles años del franquismo. Pues, por ejemplo, sin pretender en modo alguno ser exhaustivos, allá por los años cincuenta –mediada la década- se despertó en la ciudad una especie de fiebre machadiana abanderada por el ayuntamiento capitalino que le llevó a debatir y aprobar en uno de los plenos una moción del alcalde Eusebio Fernández de Velasco para erigir un monumento al poeta en el parque de la Alameda de Cervantes y la consignación de 200.000 pesetas en  el presupuesto municipal. Aquel mismo año, a los pocos días, se conocía la noticia de que había sido colocado en el olmo existente en el atrio de la iglesia de Nuestra Señora del Espino una panel con una estrofa del poema “A un olmo seco” (veintiún años bien cumplidos después, ya en un nuevo contexto político, se iluminaba este símbolo machadiano tan visitado).

Sin embargo, el gran acto de exaltación de la figura de Antonio Machado, puede que el primero con semejante despliegue después de la Guerra Civil, tuvo lugar unos años más tarde coincidiendo con el vigésimo aniversario de su fallecimiento. La cita fue el domingo 22 de febrero de 1959 con el Cine Ideal como escenario y la asistencia del Director General de Bibliotecas y el jefe del Servicio Nacional de Lectura. Un grupo de estudiantes madrileños se sumó al acto que luego visitaron las ruinas de Numancia, el Museo Numantino y el paseo de la ermita de San Saturio “admirando la belleza del paisaje y las lápidas donde se perpetúa el recuerdo de los versos de Machado”.

En la entrañable y desaparecida sala de cine de El Collado se desarrolló la convocatoria a partir de la una de la tarde. Intervino un grupo de poetas y escritores muy de boga en la época: Luis López Anglada, Rafael Morales, Salvador Pérez Valiente, Salvador Jiménez y Manuel Alcántara, “que con estrofas de singular elevación enaltecieron la figura inmortal del poeta” –dijo el periódico Campo Soriano-, junto con el soriano Heliodoro Carpintero Moreno, miembro del Centro de Estudios Sorianos y biógrafo de Machado, y el catedrático de la Universidad de Valencia y Director General de Prensa, Adolfo Muñoz Alonso, que cerró el acto. A todos ellos se dirigió al comienzo el alcalde la ciudad, Alberto Heras Hercilla, quien “en nombre de Soria, la bien cantada”, les dio la bienvenida. Tras la acostumbra invitación a un almuerzo, las autoridades nacionales y los intervinientes en la gala visitaron la Casa de Cultura y recorrieron los principales monumentos de la ciudad.

En cualquier caso, tan destacada celebración no iba a quedarse ahí, porque unos meses después, en octubre de aquel mismo año, coincidiendo con el comienzo del nuevo curso, iba a tener lugar otra conmemoración importante: la inauguración de la Cátedra de Literatura “Antonio Machado” en el Instituto de Enseñanza Media de Soria. Pues, en efecto, fue el propio Gobernador civil de la provincia, Luis López Pando, el que acompañado de las primeras autoridades y del director del Instituto presidió el acto académico y el que en nombre del Jefe del Estado la declaró inaugurada luego de que un invitado de la singular relevancia del poeta y exprofesor del centro, Gerardo Diego, diera la lección magistral que versó sobre “Soria en la poesía de Antonio Machado”.

En todo caso, no dejaron de ser iniciativas puntuales y sin continuidad en el tiempo que no comenzaron a producirse con regularidad hasta los años sesenta cuando una Orden del Ministerio de Educación Nacional de 21 de septiembre de 1967 dispuso que el Instituto Nacional de Enseñanza Media de Soria pasara a denominarse “Antonio Machado”.

125 AÑOS DE LAS SIERVAS DE JESÚS EN SORIA

 

Residencia de las Siervas de Jesús (Joaquín Alcalde)

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Era una de las noticias que más bien temprano que tarde se esperaba. Era simplemente cuestión de tiempo, y ese tiempo ha llegado. Las Siervas de Jesús se marchan de Soria.

Nos hemos enterado gracias a la colaboración en uno de los periódicos digitales de Soria del sacerdote Martín Zamora -luego se han hecho eco de la noticia otros medios locales-, que al informar de la marcha este verano de las últimas religiosas que continúan viviendo en el convento de la calle San Juan de Rabanera y agradecer el trabajo y, sobre todo, el apoyo a la sociedad soriana en general a lo largo de un siglo y cuarto, hace un llamamiento público a las instituciones para que se les dedique una calle en la ciudad.

Es lo menos que se puede hacer por estas abnegadas mujeres con las que han convivido las sucesivas generaciones de familias sorianas desde que se establecieran la ciudad. En estos tiempos que corren en que los reconocimientos, distinciones y condecoraciones municipales surgen de la noche a la mañana por la ocurrencia de quien gobierna, sin más criterio que el del oportunismo, más bien populismo, político, uno modestamente no puede por menos que sumarse a la iniciativa del presbítero Martín Zamora.

Las Siervas, como siempre se las ha conocido en la ciudad, llegaron a Soria en el mes de noviembre de 1897 poniendo a disposición de los sorianos los servicios de asistencia a los enfermos. En principio fueron dos religiosas del Instituto de Siervas de Jesús de la Caridad, establecidas en Bilbao, las que se instalaron en la casa señalada con el número 10 de la calle Caballeros. En ella vivieron hasta que en 1901 don Vicente de Benito y su esposa doña Luisa les donaron la casa que han venido ocupando desde entonces. En 1905 se inauguró la nueva iglesia construida a expensas de D. Eusebio  García, en memoria de su esposa, ya fallecida, Cándida Verde, aneja a la nueva residencia a que se acaba de hacer referencia. Y más tarde, en 1921, se acometieron obras construyéndose “una soberbia galería acristalada en la fachada del mediodía, la enfermería pintada al óleo junto al cuarto de baño, unas celdas para el caso de un mayor contingente de Siervas en la residencia actual y un gran pasillo acristalado en la fachada del Este y que corre alrededor de las celdas y de la enfermería. Al Oeste de la capilla y sobre el tejado se ha construido también una soberbia terraza. En la galería podrán tomar el sol, trabajar y aun pasear los días fríos pero soleados del invierno y en la terraza tomar el aire y el sol los días mejores. Es complemento de esta obra sanitaria e higiénica de la parte superior del edificio, el gran lavadero que en la planta baja se ha instalado, con dos grandes depósitos para lavar y para aclarar la ropa con agua fría y caliente, y una hermosa caldera para colar”, refirió con detalle el periódico Noticiero de Soria al dar cuenta de la inauguración de las obras.

Con la partida de las últimas hermanas de las Siervas de Jesús se cierra un capítulo más de la historia de Soria.

LOS NOMBRES DE TRES CALLES DE LA CIUDAD

La avenida Duques de Soria, anteriormente de la Victoria, por donde circulaban los trenes, fue primero Tirso de Molina.

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Lo del callejero y los nombres de las calles de Soria daría, cuando menos, para una tesis doctoral desde cualquiera de los ángulos que se quisiera abordar. Un asunto que considerado desde una perspectiva global no deja de ser un galimatías que nadie se atreve a desenredar, con el foco puesto en el Consistorio, que debería ser el primer interesado en aclararlo. A mayor abundamiento, la bibliografía existente es escasa y farragosa en la que, sobre todo, se advierte la falta de rigor y, si se quiere, omisiones intencionadas. Es, por sintetizar, lo más parecido a una especie de bla-bla-bla con carencias más que evidentes a poco que se conozca la historia de la ciudad.

Con el único propósito de hacer una pequeña aportación, más testimonial que otra cosa, pero sí necesaria, parece oportuno dejar constancia de que, por ejemplo, la céntrica calle Alfonso VIII tomó esta denominación por así haberlo acordado el ayuntamiento de la ciudad en el pleno celebrado el miércoles 16 de junio de 1909. “Una vía de 14 metros de anchura que desde la Plaza del Campo conduce a la Estación” [obviamente de San Francisco], según la referencia de El Avisador Numantino.

En aquella misma sesión plenaria se acordó denominar Avenida de San Francisco “a la que ha de resultar contigua a la Alameda de Cervantes”, o sea, la calle de Nicolás Rabal que conocemos, dijo el mismo medio.

Y “Tirso de Molina a la que parte de la carretera de Madrid y llegará hasta las tapias del Hospital”, contó asimismo El Avisador, que pasó a denominarse avenida de la Victoria cuando se demolió la estación de tren Soria-San Francisco y se urbanizó el que se dio en llamar Polígono de la Estación Vieja, en la actualidad de los Duques de Soria.

Otro día nos ocuparemos de la avenida de Navarra, de la que la bibliografía moderna tampoco ha dejado constancia de por qué se le dio la denominación que tiene y no se conservó el de Ruiz Zorrilla.

LA URBANIZACIÓN DEL CAMPO DEL FERIAL (y II)

El triángulo de la calle Campo todavía sin edificar (Archivo Histórico Provincial)

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El ayuntamiento llevaba ya unos cuantos años trabajando en el empeño y, por qué no, recibiendo quejas como la que formuló el máximo responsable de la administración postal en Soria “solicitando el traslado del mercado que tiene lugar los jueves en la parte posterior del edificio de Correos por los trastornos que ocasionan los tratantes que ocupan las aceras y puertas del citado edificio”, al tiempo que la Hermandad Sindical Provincial de Labradores y Ganaderos proponía la adquisición de unos terrenos comprendidos entre Santa Bárbara y el Paseo de la Florida para la instalación del mercado semanal, el ferial y el descansadero de ganado, que no llegó a materializarse. Como tampoco el anunciado hasta la saciedad proyecto de abrir una nueva calle que sirviera de conexión entre la recién urbanizada del Campo y la de Rota de Calatañazor atravesando la de la Tejera. De la calle Campo hacía ya tiempo que se había retirado la fuente y el abrevadero y trasladado a la parte baja del riscal de Las Pedrizas, donde está ubicado ahora el colegio y comienza la zona de discobares. La iniciativa, de la que nada más se supo y eso que el enorme panel explicativo de la actuación, con croquis incluido de cómo se contemplaba el resultado, estuvo la tira de años colgado en la fachada del inmueble afectado, se ejecutaría sólo a medias algunas décadas después cuando las necesidades del céntrico y emergente barrio poco o nada tenían que ver con las que en su día habían aconsejado abordar tan ambiciosa actuación. Pues, en efecto, derivó en el conocido pasaje particular, en una de las construcciones de la calle Tejera, que además de no responder ni de largo a las previsiones iniciales ni siquiera sirvió para paliar una problemática que los munícipes intuyeron en los años cuarenta o acaso antes. Sí es que no la “nueva vía de 18 metros”, de que se habló entonces, entre la calle Mesta –en la parte más próxima a la plaza de toros- y la Plaza del Vergel, que tampoco consiguió salir adelante, al menos según la idea que se presentó a los sorianos.

En todo caso, la reconversión de la zona era irreversible y, como consecuencia, el desarrollo de las aledañas, que no muchos años después ofrecían un aspecto difícilmente imaginable a la luz de las necesidades y de la realidad de una época complicada y difícil. No obstante en el conocido como triángulo de la calle Campo, que no era otro sino la parcela que actualmente ocupa el edificio de Cultura de la Junta de Castilla y León, aún estuvieron instalándose durante algunos años los circos y teatros ambulantes que llegaban a la ciudad hasta que el jueves 18 de enero de 1973 se firmó ante notario la escritura de cesión del solar para construir en él la Casa del Movimiento, con el propósito de reunir todas las dependencias del partido único dispersas por la ciudad, que no llegó a estrenarse como tal.

 

 

LA URBANIZACIÓN DEL CAMPO DEL FERIAL (I)

El Campo del Ferial recién urbanizado, con la calle Vicente Tutor en primer término (Archivo Histórico Provincial)

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Sin apenas repercusión informativa, por decirlo de alguna manera, redactado casi en clave y prácticamente perdido entre el fárrago de los asuntos abordados por el pleno de la corporación municipal, que, por cierto, no revestían ni de largo semejante importancia, se supo tres días después que en la sesión del 15 de enero de 1947 el ayuntamiento de la capital, presidido por el alcalde Mariano Íñiguez García, había tomado un acuerdo que, sin necesidad de que transcurrieran muchos años, iba a resultar clave para el desarrollo de una de las zonas céntricas de la ciudad. Pues, en efecto, sacaba a pública subasta las parcelas edificables, hasta un total de 12, del que se conocía como Campo del Ferial, con tipos que, según la superficie del solar, oscilaban entre las 29.970 y las 61.177 pesetas de entonces, o sea, 371,29 y 179,80 euros respectivamente en la moneda actual, con una serie de prescripciones como la referida a la altura máxima de los edificios que “será de 15,50 metros, medidos en su punto medio de fachada [con un] máximo de cinco plantas, no permitiéndose ninguna construcción inferior a cuatro”, se destacaba en el anuncio de licitación. No obstante, se precisaba más: “Esta manzana lleva un patio central que no podrá cubrirse nada más que hasta la primera planta y la fachada a este patio no podrá tener salientes ni entrantes”. Se trataba, en fin, de una buena parte del espacio multiusos, dicho sea en versión moderna, que había detrás de Correos y llegaba hasta la Tejera, concretamente el comprendido entre las actuales calles de Manuel Vicente Tutor y Mesta, y se utilizaba para todo. De manera que lo mismo servía para mercado de los cochinos de los jueves que estacionalmente de descansadero de las merinas tanto en su viaje a tierras extremeñas como a la vuelta, si es que no de ferial de ganados en las citas tradicionales de marzo y septiembre y del mercadillo de trastos viejos, a modo de rastro, que se instalaba para la ocasión. Porque en la parte más alejada del centro todavía se mantenía en pie el refugio antiaéreo construido durante la Guerra Civil, en evidente estado de deterioro además de ser un foco de suciedad. La zona la cruzaba el vial que describiendo una gran curva conectaba la plaza de Mariano de Granados con la que era y durante muchos años después continuó siendo carretera general, o sea la calle de la Tejera, a través de la del Ferial.

LA FACHADA DE LA CÁRCEL VIEJA

 

Fachada de la cárcel vieja en una imagen de finales del mes de mayo de 2023 (Joaquín Alcalde)

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De la reversión a la ciudad de los terrenos que ocupa la vieja prisión en la calle Las Casas se ha viene hablando desde el momento que se conoció la decisión de construir la nueva, la ubicada en el paraje de La Laguna, cerca del barrio de Las Casas, o lo que es lo mismo, en 2007, nada más celebrarse las elecciones municipales. Fue una filtración interesada en plena negociación política para constituir el nuevo Ayuntamiento que no consiguió el propósito por el que se dio a conocer

Entonces, el ambiente estaba enrarecido a consecuencia de la ubicación de un nuevo centro penitenciario, aunque el debate, con algún que otro pico de efervescencia, finalmente no fuera más allá de lo testimonial, pues desde el primer momento el alcalde de la ciudad –que lo sigue siendo- salió a la palestra para apoyar las bondades del proyecto y, sobre todo, afirmar el propósito del municipio de recuperar los terrenos cedidos en su día a la Administración de Justicia y dedicarlos a uso de equipamiento social. Esta idea ha sido la más escuchada desde entonces por más que en los últimos tiempos, con el inmueble ya desocupado, se haya precisado más y manejado la posibilidad de construir en el solar un recinto ferial, por cierto, la asignatura pendiente de la ciudad desde hace un montón de años tras el proyecto fallido del Polígono de Las Casas, del que se desistió, con los pabellones ya construidos, considerando que en aquel momento había que dar prioridad a necesidades de índole industrial que no cabía posponer.

Sea como fuere, si la reversión al municipio de los terrenos de la vieja prisión parece estar clara, y habida cuenta de la inevitable demolición de las instalaciones, quizá sea el momento de reclamar más que plantear la conservación de la fachada principal, de la que por cierto no se ha dicho, o al menos no ha trascendido, absolutamente nada acerca de su destino, y ensamblarla en el entorno.

La fachada del edificio fue y sigue siendo una de las referencias arquitectónicas de un barrio, y por lo tanto de la ciudad, que se configuró y desarrolló a raíz de instalarse allí a finales de los cincuenta y primeros de los sesenta el centro penitenciario, la cárcel, como se decía entonces. Sería un error grave hacerla desaparecer y el mejor momento de evitar lo que ha sucedido con otros elementos representativos de la arquitectura urbana como, por ejemplo, la fachada principal del viejo Campo de Deportes de San Andrés, que fue uno de los grandes errores cometidos por el gobierno municipal que ya entonces presidía el actual alcalde, con independencia de la significación histórica y lo que representaba, como anteriormente, cierto que en una etapa políticamente muy diferente, ocurrió con el emblemático edificio de Magisterio en el Espolón. Es solo la punta del iceberg de una serie continuada de desatinos.

EL PRIMER LAVADERO DE LA CIUDAD

El lavadero del Soto Playa, anegado (Archivo Histórico Provincial)

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No hace  muchos días se ha conocido la noticia de que el ayuntamiento ha colocado la escultura de una lavandera en el Soto Playa, donde en tiempo funcionó uno de los lavaderos de la ciudad, el último que se recuerde, rehabilitado tampoco hace demasiado tiempo no tanto para darle el uso que tuvo como elemento de la cultura popular.

También hace apenas unas semanas nos ocupábamos en este sitio web de las lavanderas y muy de pasada de los lavaderos por lo que aprovechando la reciente iniciativa del consistorio capitalino queremos hacer una breve aportación acerca del origen de los lavaderos de la ciudad y señalar de entrada que el del Soto Playa, es decir, en el que acaba de colocarse la obra del escultor soriano Ricardo González, no fue el primero. Pues, en efecto, en sesión de la corporación municipal celebrada del 23 de agosto de 1873 el pleno del ayuntamiento acordó “construir un lavadero al descubierto en el río Duero y orilla del Este, inmediato al molino que existe junto al Puente [es decir, en el que conocemos ahora como molinete], encargando a la Comisión municipal de obras que, de acuerdo con el Sr. Arquitecto, se haga cargo de los materiales al efecto necesario”, según el Boletín Oficial de la Provincia de la época.

La construcción de este primer lavadero no dejó de ser una buena solución, pero no la definitiva porque sin tardar las lavanderas y la opinión pública comenzaron a revindicar uno cubierto, habida cuenta los rigores de los inviernos sorianos. Y aunque tuvieron que transcurrir algunos años, más o menos como ocurre ahora ante cualquier iniciativa que se plantea, el municipio decidió construir el demandado lavadero cubierto aprovechando las obras acometidas en el Molino del Medio. Era el mes de septiembre de 1901.

La obra, no obstante, estuvo sometida a vaivenes e incluso a la suspensión, hasta que por fin, cinco años después, o sea 1906, fue una realidad. Puede que fuera una casualidad pero el hecho cierto es que el día de San Saturio, de especial significación para las lavanderas profesionales, se supo que “unido a la Casa de Máquinas [la elevadora, para que se enrienda] en el molino de “En medio” se ha construido un lavadero público a cubierto y capaz para más de ochenta mujeres, que pueden con ello verse libres de los rigores del clima durante el invierno”.

El 20 diciembre de 1909, con motivo de la crecida del río, cuyo caudal subió casi tres metros, se derrumbó la techumbre y cuatro columnas del andén de la derecha del lavadero, sin que hubiera que lamentar desgracias personales porque el suceso “debió suceder de las tres de la noche a las seis de la madrugada”.

 

SETENTA AÑOS DE LOS GRAVES INCIDENTES DEL LUNES DE BAILAS (y III)

La pradera de Las Bailas en una imagen tomada en 1989

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Pero quien tenía tomar nota, la debió tomar. Porque, en efecto, al año siguiente -1954- se edulcoró ligeramente el aludido Bando del Alcalde, sobre todo respecto de las normas para el Viernes de Toros, acaso porque la plaza había sufrido una pequeña reforma para darle más aforo y dotarla, en la medida de lo posible, de una mayor seguridad, la gran obsesión del Gobernador que tuvo el buen cuidado de que trascendiera a la población. Y las fiestas transcurrieron esta vez sin incidentes, o sea, como siempre.

Sin embargo estaba aún latente la asonada de un año antes y aquello, al menos desde los círculos de poder, no podía despacharse sin más. O lo que es lo mismo, la primera autoridad tenía que ser desagraviada. Y claro que lo fue. No faltó quien se ocupara de ello.

Esta vez sí, el periódico denominado ya Campo Soriano fue diligente, y en el primer número que salió a la calle tras el Lunes de Bailas, dio en  su primera página cumplida referencia del acto que había tenido lugar la tarde del Domingo de Calderas –curiosa y puede que también intencionadamente 29 de junio-, que tituló: “Popular demostración de afecto al Excmo. Sr. Gobernador civil”. Y subtituló: “Los jurados, cuatros de Cuadrilla y numeroso público, vitorearon a nuestra primera autoridad”.

El texto de la información, a dos columnas y en cursiva, decía así: “En la tarde del domingo pasado, Domingo de Calderas, en cuyo día culminan las Fiestas de San Juan, tuvo el pueblo de Soria un rasgo que es de justicia poner de relieve.

Decimos pueblo de Soria porque estas fiestas son populares, eminentemente populares, el Jurado en ellas, parece es la personificación del sentir del pueblo el cual siguiendo a los Jurados, vitoreó entusiásticamente, con afecto entrañable, con sentida emoción, a nuestra primera autoridad civil que, recogiendo y valorando esta demostración de cariñosa simpatía, acompañado de su distinguida esposa Dª Consuelo Espinosa de López Pando, saludó emocionado a los Sres. Jurados y a cuantos les acompañaban, saliendo a los balcones del Gobierno Civil, donde los Jurados, con los atributos de su autoridad fiestera vitorearon con inenarrable entusiasmo a nuestro gobernador excelentísimo señor don Luís López Pando.

Nos congratula este rasgo de nobleza del pueblo de Soria hacia la persona de nuestra primera autoridad, que desea igual que su propio bien, el progreso de Soria y su provincia, como, con hechos incontrovertibles, lo viene constantemente demostrando”.

Esta vez no hubo desórdenes no tampoco fue necesario que la Policía Armada formara delante del edificio.